miércoles, 27 de mayo de 2009

SOCIAL

Todos hacemos parte de la sociedad, incluso las personas de la calle

Personas importantes olvidadas por la indiferencia

Son muchas las personas que deambulan por las calles de Bogotá, ignorados y olvidados por una sociedad clasista y sin sentido de solidaridad

Gran cantidad de indigentes rondan día y noche las calles de la Capital colombiana, personas que un día lo perdieron todo y que se ven en la necesidad de permanecer en las sombras de aquellos que no los quieren ver. Pero no todo está pedido para ellos, hay lugares especiales donde se les reconoce como personas importantes, allí reciben una ayuda espiritual y humanitaria de seres humanos con sentido de identidad y responsabilidad por aquellos que lo necesitan.

La Unidad Permanente de Justicia (UPJ) es un lugar donde llegan decenas de personas diariamente, personas de la calle que son recogidas por la policía en las noches y llevadas allí para recibir un trato especial por parte de una unidad médica especialmente para ellos. Lugar donde son acogidas por 12 y hasta 72 horas para recibir ropa, comida y un gran mensaje espiritual por parte de un miembro de una iglesia en particular. Yolanda Riaños, trabajadora social de la UPJ, habla acerca de esta ardua tarea en la que se ha desempeñado durante varios años. “No es fácil lidiar con este tipo de personas, son seres humanos que tienen graves problemas de drogadicción y desnutrición. Es muy difícil desintoxicarlos y hacer que recapaciten con respecto a su vida y salgan adelante como miembros de la sociedad en general”, afirma la Dra. Yolanda.
“Pero siempre se hace lo que se puede para ayudarlos a que sean útiles a la comunidad”, dice la Dra. Yolanda.

Otro lugar importante donde reciben a personas indigentes para darles auxilio y protegerlos, es la Iglesia Cristiana Rompiendo Cadenas, en aquel sitio se encuentra el Pastor Carlos Zapata, quien por 25 años anduvo rodando por las calles de Bogotá como un indigente más, y que gracias a personas que se preocuparon por él, logró salir de esa penumbra y reintegrarse a la comunidad de nuevo. “Yo estuve en las calles durante 25 años, donde pasé por cualquier tipo de necesidades y peligros. Ahora y gracias a personas que me hicieron ver las cosas de otra manera, soy un hombre nuevo y con muchos deseos de vivir. Además ayudar a quienes lo necesitan a través de la comunidad a la que pertenezco”, afirma el Pastor.

No importa que tan poco o mucho dinero tenga una persona, siempre será importante y tendrá que aportar productividad a la comunidad a la que pertenece. Esa es la misión de lugares como la UPJ y la iglesia cristiana Rompiendo Cadenas.
Jose Rodríguez

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