Comunidad homosexual busca mayor participación en la política Colombiana.
A partir de la constitución de 1991, los derechos fundamentales de los homosexuales en Colombia han mostrado una evolución bastante favorable para dicha comunidad. En principio, la acción de tutela fue el arma legal más efectiva para reclamar y hacer valer sus derechos.
Aunque Colombia sea un país de América Latina donde más se reconocen los derechos de los homosexuales, aun existen paradigmas sociales que no permiten desarrollarse plenamente y de manera tranquila en todos los campos profesionales. Es el caso específico de la vinculación a la vida política del país. Según estadísticas se estima que en Colombia un 7% de la población es homosexual y la representación en cargos políticos de este importante número de habitantes es mínima.
Muy pocos son los casos conocidos de dirigentes políticos que han llegado al poder. El más importante es el del ex-alcalde de Tuluá y ex-gobernador del Valle Gustavo Álvarez Gardeazál, que con políticas de gobierno bien estructuradas logró mantener con éxito su cargo público sin ningún tipo de discriminación. Aunque comenta que fue agredido con comentarios desobligantes por parte de su contrincante en la campaña para la Alcaldía de Tuluá en el año 98, él sin reparos respondió a su rival diciendo "...que me elegían para gobernar con la cabeza, no con el culo y de una vez me quité de encima ese sambenito" (revista cambio).
Otro ejemplo es el del actual Edil de Chapinero Sebastián Romero, el cual hace parte del partido político Polo Democrático Alternativo y activista de los derechos de los homosexuales. En las elecciones de 2007 al igual que Gardeazál, fue victima de agresiones verbales por parte de sus opositores y homofóbicos, los cuales no rechazaban los proyectos propuestos por el candidato, sino que desvalorizaban su perfil por el hecho de ser homosexual. Sin embargo, Romero salió victorioso con una votación de 1.060 votos ganando así una curul.
Como éstos, existen quizá más casos, pero que no son conocidos por la opinión publica. Entonces, la inquietud para muchos es entender si Colombia aún no tiene una cultura lo suficientemente desarrollada para aceptar y tolerar a todas las personas sin importar su condición.
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